publicidad

zig zag, jugando con el tiempo

He leído recientemente una novela que juega con el tiempo, consiguiendo dominarlo y poder rastrear una nueva dimensión (viajar por las cuerdas del tiempo al pasado). Me gustó y es muy interesante combinar aspectos científicos de la física con situaciones noveladas de investigación, misterio, geografía, historia y relaciones humanas..

Trata de lo siguiente: Elisa Robledo, joven profesora de física teórica, guarda un secreto terrible. Un secreto que se remonta a diez años atrás, pero que no ha dejado de atormentarla desde entonces. Hasta esa mañana, cuando comprende que tendrá que huir para salvar su vida y que necesitará la ayuda de su único amigo, un colega de su departamento de Físicas.

Junto a él, Elisa comenzará a recordar la claves de lo sucedido cuando era alumna del prestigioso científico David Blanes, cuyos análisis, basados en la “teoría de cuerdas”, quizá harían posible contemplar el pasado de la humanidad, convertirla en testigo de la crucifixión de Cristo o vislumbrar la Tierra en pleno periodo Jurásico, pero que acabaron ofreciendo un resultado insospechado y escalofriante.

Ahora, años después, Elisa intentará evitar el peligro letal que se cierne sobre ella y todos los que estuvieron relacionados con aquellos experimentos. Un peligro que es fruto de la implacable persecución de un grupo internacional
empeñado en obtener todos los secretos y la amenaza de un enemigo anónimo y todopoderoso que pretende aniquilarlos...

Zig Zag, es una metáfora de la ciencia, de las coordenadas kantianas de espacio y tiempo, y del lugar y momento del hombre en el universo, laten ecos de otros maestros de la antinomia literaria, del terror y la intriga: Wells, Lovecraft y Borges, desde luego, pero también, amenizando la carga teórica, Bioy Casares o el mismo Verne. Todo ese poso cultural, que enriquece la creación somocista, obra en Zig Zag al servicio de la trama. Pues en ningún momento olvida su autor (José Carlos Somoza) quién es (el oficio de su naturaleza) : un novelista.

Y de los más dotados, sin duda, del panorama actual. Porque un material como el que ha elegido para trabajar, para fabular --las cuerdas del tiempo, los aceleradores de partículas, la física atómica aplicada a la psicología freudiana-- sería, en manos de otro, un magma de compleja ecuación en placeres narrativos. Somoza lo consigue, sin aparente esfuerzo, documentándonos sobre las diabólicas posibilidades de la física nuclear y haciéndonos disfrutar con cada una de las seiscientas páginas de Zig Zag.

Hay, en la novela, un coro de excelentes personajes, a cual mejor dibujado. Físicos, informáticos, paleontólogos e historiadores que se verán embarcados en un proyecto científico tan sugerente como en apariencia descabellado: abrir esas cuerdas del tiempo para que el pasado retorne en imágenes hasta el presente y nos faculte la posibilidad de desvelar algunos de sus más recónditos secretos.

Confinados en una isla del Índico, los científicos protagonistas accederán, en efecto, a algunas de esas estremecedoras visiones: las islas de Gran Bretaña cubiertas por las glaciaciones pleistocénicas o un monte de la Jerusalén de principios de siglo con tres cruces clavadas encima...

De fondo, yace la vieja dicotomía entre el bien y el mal, la pugna entre Dios y la más rebelde de sus criaturas, el riesgo de correr los velos secretos que ocultan la maquinaria secreta de la Naturaleza y la tentación de acceder a sus fuentes secretas...

Estos, con el tiempo, son los temas de fondo. Convirtiendo a esta novela en un vehículo ameno y singular para visitar el pasado.

Este tipo de lecturas ayudan a entender y que querer a la física, ya que no es más ni menos, que el deseo de conocer nuestro mundo. Un universo lleno de misterios que poco a poco se le descubren ciertas invariables que van quedando como normas, construyéndose así la pirámide del conocimiento humano poco a poco. Sobre todo cuando aparecen personas como el estudiante de Nueva Zelanda, Lynds, que con su observación, con su intento de comprender lo que la ciencia va recopilando, no se queda simplemente a la escucha, sino que intenta comprenderlo y por tanto descubrir las claves que permitan certificar horizontes conocidos o descubrir nuevos.

En definitiva, podemos concluir que el Tiempo es una de las dimensiones (de hecho, se la denomina la cuarta dimensión) que más van a dar que hablar en los siglos venideros, hasta que realmente consigamos “viajar en el tiempo”, para ello tenemos que comprender y conocerlo como a nosotros mismos, tanto a nivel macro, como a nivel micro, ya que el propio tiempo no tiene dimensión, es él, de por sí, una dimensión.

No hay comentarios:

Google